Magníficat del Jubileo

Cada año, al iniciarse el décimo mes, el día 7 del mes, para permanecer en el estilo bíblico de indicar una fecha importante, el corazón de cada Pastorcita se llena de una alegría profunda y agradecida: el dies natalis de nuestra Congregación.

Pertenecemos a esa "noche de luz" en la que un "sueño" se concretó en la mente del Beato Alberione: "no un grupo de monjas comunes, sino un grupo de Hermanas Pastorcitas que comprenden y llevan a cabo la misión del Pastor" (AD, Apéndice IV, 309).

Este es el compromiso que subyace a la nueva Congregación, la cuarta de la Familia Paulina, "el ministerio apostólico en medio del mundo: Las Hermanas Pastorcitas comparten una misma misión con el Sacerdote Pastor; comparten las mismas preocupaciones, los mismos objetivos, los mismos medios" (Ídem, 313).

Hoy, 7 de octubre de 2025, nos reunimos en Verona, en la Casa de las Hermanas Pastorcitas, Parroquia de María Inmaculada. Somos un grupo de "Jubilarias": Cesarina Pisanelli y Annalisa Lionello; Assunta Perdoncin, Celestina Costantini, Francesca Lazzarini, Gabriella Leonardi, Lucia Barbieri y Rita Nardon; Luigia Cuffolo y Giuseppina Giovannini; Tarcisia Magarotto, quien con alegría da gracias a Dios por su 75.º aniversario de consagración religiosa. Celebramos no solo los Jubileos de la vida consagrada, sino que, junto con toda la comunidad —algunas hermanas de la comunidad de Negrar, miembros de la Familia Paulina, amigos, familiares y feligreses—, también celebramos con alegría otro aniversario precioso: el día del nacimiento de la Congregación, hace exactamente 87 años, el 7 de octubre de 1938. Esta no es solo una etapa en el tiempo, sino la preservación de un misterio de amor, un tiempo de pertenencia al Buen Pastor, en el servicio, la oración y la ofrenda total. ¡Magníficat!

El momento central del día fue la Eucaristía celebrada en la parroquia, presidida por el Padre Valdecir Tressoldi (del Instituto de los Siervos Pobres de la Divina Providencia) y el Padre Umberto Pellini (salesiano). En su homilía, el Padre Valdecir enfatizó la importancia de conocer a las personas que nos han sido confiadas, el rebaño de Jesús, el Buen Pastor, las ovejas, y darnos a conocer a ellas, guardando el nombre de cada una en la mente y en el corazón. «Conozco a mis ovejas» (Jn 10,14).

Enfatizó tres puntos del Evangelio de Lucas 1,26-38:

«Alégrense»: la alegría de la llamada.

¡Cuánta alegría llena el corazón de quien escucha su nombre pronunciado con la voz del amor! Es una alegría que nace de una mirada que llama; la alegría de quienes, incluso en medio de las dificultades, han descubierto que la fidelidad del Señor es más fuerte que cualquier fragilidad, la alegría de sentirse habitados por Dios.

«Aquí estoy»: la respuesta de fe.

Aquí estoy, la palabra clave de toda vida consagrada, no una palabra del pasado, sino una oración diaria, renovada en el silencio, en comunidad, en el servicio. Es la palabra que se repite en cada perdón, en cada acto de caridad, en la fe vivida en la vida diaria.

Como María, quien ante el anuncio del ángel pregunta, cuestiona, pero confía. Y Dios obra maravillas en nuestra pobreza.

"El Señor está contigo": la promesa que nos sostiene.

Cada consagrado lleva esta certeza en su corazón: El Señor está contigo. Cada consagrado es como un pequeño Nazaret donde la Palabra se hace vida. Hoy celebramos la fidelidad de Dios, y nuestra perseverancia es fruto de su misericordia.

El deseo del P. Valdecir para nosotros fue ser un signo profético y significativo en el pueblo de Dios que nos ha sido confiado y, como María, que está junto a la cruz, renovar nuestra confianza y nuestro abandono en el corazón del Buen Pastor, con la certeza de que nuestra vida está en sus manos; es él quien la guía, y a él se la devolvemos.

El día finalizó en otro ambiente festivo: la recepción, a la que, además de todos nosotros, asistieron muchas personas de la parroquia, familiares y amigos, felices de compartir con nosotros una ocasión tan importante.

Hna. Rita Nardon, sjbp